martes, 4 de diciembre de 2018

LOS TRAZADORES DE LA RAYA




No, el problema no es el fascismo. No hay fascismo donde señaláis, no existe ese monstruo con el que vosotros, trazadores de la raya, tratáis de asustarnos como a niños pequeños mentando al Hombre del Saco. Los únicos sacos que hay aquí son esos de los que os habéis apropiado, para clasificar a la gente entre ultra o moderada, fascista o progresista, buena o mala. Ni siquiera ese fascismo vuestro, tan cristalino, es un problema como tal. 

A mí no me invade el miedo escénico ni social a que podáis llamarme ultra. Es muy sencillo: no lo soy. Lo que sí soy es consciente de que habéis sido lo suficientemente hábiles para haceros con la tiza que señala la raya entre lo aceptable y lo que no lo es, entre lo que está bien o mal, entre el progreso y la caverna. Y sé también que vuestra ceguera delirante y ese patético sentido patrimonial de la Verdad os dice que estáis autorizados a calificar, menospreciar e insultar a quienes no tenemos complejos de colocarnos al otro lado de vuestra raya.

Pues aquí estoy yo, al otro lado.

Hasta qué punto estaréis ebrios de vuestro propio espejismo, que os habéis atrevido a pedirle a la gente que salga a la calle a protestar contra el ejercicio de la voluntad democrática de 400.000 ciudadanos. ¿Quién os habéis creído que sois?

Cuando alguien, como vosotros, se ha arrogado la posesión de la raya que delimita el centro, cuando la tiene en exclusiva (o eso cree) es tremendamente fácil señalar al extremo. Basta con traer la línea descaradamente hacia el terreno propio, para empujar a la cloaca del radicalismo todo lo que quede fuera. El hecho de que haya algo alejado de vosotros no lo hace lejano, repito, no sois el centro. El hecho de que la máxima temperatura que se alcance en un sitio a lo largo del año sean 10 grados, no significa que 10 grados sean calor.

A mí me da lo mismo, porque yo tengo bien claro que si dos personas tienen opiniones completamente opuestas sobre un tema determinado, es inaceptable que sólo se le llame extremista a una de ellas. Por eso vuestra factoría de las ideas obligatorias me parece un vertedero, vuestros redactores de opiniones forzosas me resultan unos panfletarios y vuestra condición de Custodios de la Verdad Única, un motivo para el cachondeo.

Yo también creo que la Constitución ha de cumplirse, y no por nada, sino porque se trata de la Ley que ha propiciado que por primera vez en nuestra historia podamos tener un largo periodo de paz y cierta prosperidad. 

No es la que yo hubiera redactado, pero me vale, porque en ella cabemos todos. Por eso, cada desafío que sufre por vuestra parte o la de vuestros compañeros de pizarra, me lo tomo como una agresión. Una agresión a la convivencia que los españoles decidimos darnos, un varapalo a la concordia, un intento violento de socavar la soberanía nacional expresada mayoritariamente y un navajazo a la convivencia. Y no por pensar eso soy un radical.

No me opongo a que se modifique mediante el mismo proceso que la trajo, pero no tolero que se violente por parte de quien está llamado a salvaguardarla; no quiero permitir que la desafíe quien ostenta su cargo público en virtud de ella, y no acepto que vengan a pisotearla individuos cuyos pensamientos más elaborados tienen que ver con la raza, el rh negativo o la Historia manipulada. Y no soy franquista por ello. ¿Qué constitución defendió, promulgó o facilitó Franco?

También defiendo que quien venga a quebrarla sea castigado con todo el peso del ordenamiento jurídico, porque el Imperio de la Ley es una de las pocas cosas que separan a la civilización de la barbarie. No, no soy ultra por exigir que nuestra norma fundamental sea aplicada, protegida y respetada. No digáis bobadas.

No me hace un fascista querer defender a la familia. Por no saber, no sabéis ni de dónde venís. Ignoráis que en todos los sitios y momentos en los que fue apareciendo una tribu, una comunidad, una sociedad, una nación y finalmente un Estado, estaba presente una familia. La familia estaba ahí antes que todo eso, y estaba ahí cuando todo eso nació. La familia fue la primera razón por la cual decidimos dejar de arreglar nuestros problemas a garrotazos e inventar la Ley. Si os parece de fachas defender a la familia, ¿cómo no os va a parecer lo mismo defender la Ley?

No me trago vuestros salmos, trazadores de la raya, no acepto que hacerse fotos con Otegi sea guay; no me vengáis con el cuento de que hay que desenterrar cadáveres de hace 70 años, contado por vosotros, que no guardáis el mínimo respeto por los muertos de los útlimos 40. Por tantas personas que mataron los amigos de ése del "selfie"; asesinados, secuestrados, coaccionados y extorsionados mientras ya existía esta democracia, la misma que os ha puesto la tiza en la mano. 

No me pliego a vuestra dialéctica de muertos buenos y malos, de matadores buenos y malos, y no por ello soy de extrema derecha. 

Sois vosotros los que habéis venido a abrir armarios que estaban cerrados, a prender llamas que estaban apagadas, a cuestionar todo, a ponerlo patas arriba, a detener un camino empezado por mayoría y a tratar de meter en la sangre de mucha gente un veneno que estaba cerrado por 7 llaves, las de la paz, la convivencia, el respeto, la concordia, el optimismo, la solidaridad y el diálogo. Vosotros sois los fachas, trazadores de la raya, no yo.

Yo también creo que la sanidad y la educación deben ser un tema de Estado, porque no puedo admitir que lo que aprendan los niños dependa del sitio donde vivan. Más aún cuando todos sabemos que lo que se les enseña en muchos lugares es exclusión y odio. Y no ya porque sea contra España, sino por que es eso: odio y exclusión. Porque creo que todos los ciudadanos deberían tener los mismos derechos, servicios y oportunidades en todo el territorio nacional. ¿Vosotros no estabais por la igualdad? No soy yo el ultra, mirad a ver.

Por creer que la inmigración es necesaria desde muchos puntos de vista, empezando por los humanitarios, pero que ha estar regulada, no soy un extremista. No veo el extremismo en pedir que se expulse de España a quien se encuentra ilegalmente en España. Pensar que la Ley ha de cumplirse no es de fachas. De lo contrario tendré que deducir que lo progresista es incumplirla. 

Yo soy inmigrante, vivo en un país donde lo es el 85% de la población, y a nadie se le ocurre pensar que se pueda entrar aquí de una forma que no sea la que dicta la Ley. Como a nadie que esté aquí, sin ser de aquí, se le pasa por la cabeza poner en cuestión los valores que alimentan y forjan la sociedad a la que llegó por voluntad propia, o tratar de imponer los suyos de manera excluyente. Inmigración es convivencia, enriquecimiento mutuo y respeto. No es imposición, exigencia o coacción. 

No me parece de fachas oponerse al negocio de unas mafias que maltratan a las personas, las meten en pateras y las desembarcan ilegalmente en nuestro país. Me parece bastante más facha alimentarlas defendiendo lo que al final no deja de ser su producto.

No, no es facha defender la unidad de España, ya va siendo hora de que aprendáis que en nuestro país la izquierda sólo tuvo un apoyo cerrado y mayoritario cuando fue española, ineptos.

No es extremista bajar los impuestos, pretender que la gente pueda disfrutar de una parte mayor del fruto de su trabajo, adelgazar una administración superpoblada de políticos que no resuelven nuestros problemas y emplear el dinero en cosas que de verdad mejoren nuestras vidas. Luego podremos discutir cuáles son esas cosas, y cómo hacerlo, pero no mientras nos llaméis fachas a los que creemos que el dinero de la gente debe estar mayormente en manos de la gente, no de los políticos.

Podéis seguir poniendo etiquetas como trazadores de la raya, pero lo cierto es que todo esto de lo que os he hablado no es fascismo, no es de ultras. La única forma de que quienes pensamos esto seamos extremistas, es que vosotros también lo seáis, dado que decís estar en la posición diametralmente opuesta. 

Podéis colocarme donde os plazca, trazadores de la raya, me importa exactamente lo mismo que un bledo. Pero no seáis tan necios de creer que podéis anular, coaccionar, acongojar, excluir o arrinconar a la gente. A la gente cada vez le preocupa menos  vuestra raya. Ya lo estáis viendo.

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