jueves, 3 de febrero de 2011

TRABAJADORES "PRIVILEGIADOS"

En España existen, al parecer, trabajadores “privilegiados”. 

No estoy muy seguro, pero creo que se designa así a aquéllos cuyo salario está por encima de la media, o en general, tienen en sus convenios colectivos condiciones más ventajosas que las de los trabajadores en general. Por lo que oigo a columnistas, comentaristas y tertulianos, este tipo de trabajadores, los “privilegiados”, no deberían hacer huelgas ni usar los métodos de presión laboral recogidos en nuestra legislación porque, deduzco, esas medidas sólo son aceptables cuando las emplean el resto de los trabajadores, es decir, los “no privilegiados”.

Leo en el diccionario de la RAE que “privilegio” es, en su primera acepción,  “Exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia.” Hay otras, pero no distingo entre ellas nada que pueda equipararse con las condiciones de trabajo de nadie. Por lo tanto, y a pesar de que entiendo que el término se usa mediante su vulgarización o generalización, creo que no existen, desde el punto de vista lingüístico, trabajadores privilegiados. Y opino, que tampoco los hay desde el punto de vista conceptual.

Yo entendería que alguien es “privilegiado” si, por ejemplo, pudiese autoconcederse o conseguir que un órgano superior a él le concediera, cobrar la pensión máxima cotizando menos tiempo que el resto de los trabajadores, como ocurre con los políticos. O si pudiera, por ejemplo, autoconcederse o conseguir que un órgano superior a él le concediera, una subida salarial del 56%, como ha ocurrido recientemente con los ejecutivos de una conocida empresa española. 

Eso son privilegios (aparte de jeta), lo otro son condiciones laborales que se logran en una negociación en la que, por su propia naturaleza, se obtienen cosas a cambio de dar otras, beneficios a cambio de cesiones. 

No hay privilegio alguno, sino condiciones pactadas por dos que llegan a un acuerdo que creen ventajoso para ambos. A ningún trabajador le regala nadie nada, a los "privilegiados" tampoco.

El tema tiene miga, porque como ya he apuntado, la cantinela sale siempre a relucir cada vez que algún colectivo de trabajadores “privilegiados” decide usar los medios que la Ley dispone para hacer valer los derechos que como trabajador (“privilegiado” o no) le corresponden. Es entonces cuando los privilegiados de verdad tratan de hacer ver al resto de los trabajadores (los “no privilegiados”) lo canallas que son unos tíos que presuntamente ganan una pasta y tienen el morro de protestar.

O sea, que si uno es un trabajador “privilegiado”, y la empresa para la que trabaja incumple lo que está pactado, el convenio colectivo, la Ley…nos encontramos ante un caso en el que la defensa carece de legitimidad. 

No sé si lo entiendo bien, pero creo que el trabajador “privilegiado” bastante tiene con sus “privilegios” como para encima pretender mantenerlos, aunque sea con la Ley en la mano. 
¿Es eso, no? Da igual que el que se sube el sueldo un 56% (por cierto, no veo a columnistas, analistas y tertulianos escupir fuego por estas obscenas subidas retributivas) decida contravenir lo que está obligado a respetar. El problema no es ése, joder, el problema es que el afectado es un “privilegiado”. Lo verdaderamente importante de la cuestión no es que se viole o no la legislación; lo que de verdad importa en el caso de los “privilegiados” es que deberían protestar con la boca pequeña, o si se me apura…chitón.

Se me dirá, con cierta razón, que los trabajadores “privilegiados” pueden acudir a la Justicia. Así es, pero ello no evita que el incumplidor (el del 56% de subida salarial) decida seguir infringiendo otros aspectos del pacto distintos al que originó la disputa, y así meter al indeseable trabajador “privilegiado” en una ciénaga de años de juzgado mientras él incumple, incumple, incumple… y por el camino va incumpliendo sin que nadie le pare ni obligue a dejar de hacerlo.

Porque algo que también ocurre, no sé si se han dado cuenta, es que el Estado dispone de mecanismos rápidos como una centella y contundentes como una guantazo de Tyson, para actuar eficazmente contra los trabajadores “privilegiados”, pero lo que el Estado, los de la pensión vitalicia, aún no han inventado son artilugios legales que obren con la misma rapidez y fuerza contra los incumplimientos, abusos y violaciones de la Ley que practican los del 56%. 

Llegado el momento en el que los trabajadores “privilegiados” deciden pasar a la acción, se desata otro torrente, fundamental en el mecanismo de apestamiento social, y que está protagonizado por los medios de comunicación. Estos medios son negocios con ánimo de lucro, y una de sus mayores fuentes de ingresos es la publicidad. Dado que los del 56% se gastan ingentes cantidades de pasta en publicidad que aprovecha a los medios, y los trabajadores “privilegiados” nada, es evidente que el juicio y presentación de los hechos de un conflicto de este tipo nunca cae del lado del trabajador “privilegiado”  sino del listo del 56%, que recibe en especie el pago a su inversión publicitaria. 

La verdad, aún en el caso de estar de parte del trabajador “privilegiado”, no es lo que realmente importa para los medios de comunicación, sino más bien el seguir sirviendo a su señor, el que les financia por medio de costosos anuncios. Repito y reitero: para los medios de comunicación la verdad no es lo que importa. Lo digo aquí, allá y donde haga falta, porque es así.

Puesto el escenario de lapidación moral (a veces física como veremos más adelante) del trabajador “privilegiado”, el siguiente paso viene de parte de muchos trabajadores “no privilegiados”, que le afean su actitud, le ponen a parir y reservan para él los peores calificativos. El mantra suele ser algo así como. “Que miren cómo estamos los demás y se den cuenta de que no pueden hacer eso”. Yo, la verdad, alucino con este tipo de argumentos, porque si nos atenemos a su literalidad, es posible que pudiese ocurrir que algún día en que un grupo de trabajadores “no privilegiados” decidiese hacer una huelga, llegase un montón de parados (que están peor que ellos) y les dijeran: “Que miren cómo estamos los demás y se den cuenta de que no pueden hacer eso”.

Por otro lado, los trabajadores “no privilegiados” suelen estar representados por liberados sindicales de las centrales llamadas de clase. Los liberados  se dedican a no trabajar y cobrar su sueldo. Esto estaría bien si no fuese porque (a las pruebas me remito) cada día que pasa firman condiciones laborales más cutres para sus representados, actúan en ocasiones en connivencia con las empresas y hasta han llegado muchas veces a escalar en ellas a la Dirección General. Estos tíos, que cobran en concepto de “asesoramiento” al currito que se va a la calle sin que el currito se pueda negar, son los que más de una vez que se ha convocado una huelga en Iberia por parte de los trabajadores “privilegiados” pilotos, les han amenazado, empujado, silbado y en ocasiones agredido físicamente. Y es que cuando uno de estos “privilegiados” protesta, lo que se merece, como me dijo uno de ellos, es “una buena mano de hostias”. Los liberados, no se olvide, cobran de los contribuyentes por hacer su “labor”; los sindicatos de trabajadores “privilegiados” se financian con cargo a sus afiliados. Matiz importante, creo yo.

Pero es que además, los trabajadores “no privilegiados” son sometidos en general a una cierta rapiña por parte de los que se suben el sueldo un 56%, y fíjate, no protestan contra ellos. En el colmo de lo kafkiano, algunos de ellos centran sus iras en los trabajadores “privilegiados” por plantar una cara a la que ellos no se atreven. Si les preguntas, es más que probable que te digan que puedes tener razón, pero que “peor están ellos y no hacen nada”. Es decir, que la razón tampoco cuenta cuando hablamos de trabajadores “privilegiados” sino, al parecer, la posición relativa que éstos tienen en relación a los “no privilegiados”. En términos simples (y por favor no literales), el del 56% es el adversario de ambos, por lógica, pero se acepta su abuso y se coloca en la trinchera de enfrente al que no lo acata. Mu fuerte.

O sea, que al parecer una de los pecados mortales de los trabajadores “privilegiados” es el no aceptar el sometimiento a ciertas injusticias que no ocurren sólo con ellos, sino con todos. De estos trabajadores sólo es aceptable el mismo grado de postración que exhibe el resto. No me pregunten por qué, pero vengo comprobando que es así.

Nadie reprocha la inmoralidad de que alguien pueda subirse el sueldo un 56% mientras manda trabajadores a la calle o les recorta sus condiciones laborales; nadie reprocha que lo haga con la ayuda de quien está llamado a preservar la Justicia y no lo hace mientras se asegura una buena pensión con nuestro dinero sin cotizar lo mismo que nosotros. A nadie le parece mal que se apedree públicamente a uno o varios grupos de personas por parte de alguien a cambio de que su negocio mediático esté bien engrasado, ni se levanta porque en todo ello colaboren sus presuntos representantes, los mismos que les tienen donde les tienen a cambio de vivir como curas sin trabajar. 

Todo esto no subleva a casi nadie, lo que no se aguanta es que el trabajador “privilegiado” se niegue a integrarse en el rebaño de los ofendidos, postrados y…vencidos.

Curioso ¿no? Pues así es.

13 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Verdadades como puños,Sr Molina
    aldelkrim

    ResponderEliminar
  3. El tiempo pone a cada uno en su sitio y hoy, desgraciadamente, un trabajador "privilegiado" es simplemente aquél que no está en paro.

    En su excelente libro "Camino de Servidumbre" (aquí hay una reseña que publiqué hace tiempo: http://factorhumano.wordpress.com/2009/12/09/camino-de-servidumbre-de-friedrich-a-hayek/ ), Hayek muestra cómo el nazismo apareció cuando masas de trabajadores desempleados empezaron a ver que sus problemas tenían poca relación con los de aquéllos a los que defendían los sindicatos "de clase".

    Cualquier parecido de la realidad de entonces con la actual NO es mera coincidencia y la situación actual ha hecho que el concepto de "privilegiado" sea extendido por muchos simplemente al que puede permitirse el "lujo" de trabajar.

    Lamentable pero real.

    ResponderEliminar
  4. Tienes más razón que un santo.
    Aparte de nuestros amigos del 56% tenemos el caso de los "srs" de marsans. Se descubre que la supuesta empresa del grupo era una tapadera para luctarse ellos mismos con la liquidación, el alzamiento de bienes y sueldazos de 5 y 6 ceros...y los malos siguen siendo "los trabajadores privilegiados". No será que no hemos canviado ni una coma desde los turdetanos y los carpetos? Que la envidia sigue en nuestro adn? que la furia española está reñida con el raciocinio?
    No lo se, pero lo que es obvio es la nula capacidad de análisis de la sociedad actual. 4 belenes esteban y 3 partidos de fubol y lo demás no importa...
    Que Dios nos coja confesados encima que ahora quieren reconvertir las cajas...riete de las privatizaciónes de la era aznar!

    ResponderEliminar
  5. Como siempre, genial Oscar.
    Cada articulo que escribes supera al anterior.
    Felicidades por decir verdades como puños

    ResponderEliminar
  6. De antemano, te felicito por tu artículo. Pero es triste, Oscar, tener que razonar lo que es de Perogrullo. El haber seguido con interés el circo que han montado con los controladores, me ha llevado a la certeza (a las que no soy muy propenso) de que estamos gobernados por un sistema sólo apto para mafiosos y sinvergüenzas. Los anticuerpos a ese sistema, que tendrían que ser la fortaleza y valentía de un pueblo, se nos evidencian inútiles cuando constatamos las debilidades del mismo. Y la desesperación te invade al presenciar su nula reacción, dejándose engañar y manipular de la forma más rastrera y vergonzosa.

    La sociedad civil está muerta y el pueblo tal y como lo conocemos aquí – sin ningún tipo de capacidad crítica – está destinado a sufrir todas las felonías que le venga en ganas infligirle esa chusma apestosa que lo gobierna. Para no ceder a las fechorías políticas, un pueblo fuerte, con dignidad y decencia, debería vigilarse todo el tiempo y, sobre todo, vigilar a sus políticos. ¡Aquí nos han encadenado el cerebro!. Nuestra “democracia” se ha atareado durante décadas de escupirnos a la cara asuntos como el Gürtel, los Gal, el caso Couso..., y, sin embargo, a su vez nos han hecho creer que con ellos en el poder las dificultades cotidianas desaparecerían, que el esfuerzo quedaba abolido, que viviríamos en Jauja, que el trabajo digno es un castigo del que hay que huir, que al maestro se le puede atacar impunemente en honor a su genuina forma de entender la libertad, que seremos buenos ciudadanos si denunciamos al vecino.... Así, poco a poco, ha sido posible que la miseria moral se instale en todos los niveles de la sociedad. Así ha sido posible que con MENTIRAS y más MENTIRAS divulgadas al por mayor, este país se vea forzado en la actualidad a hacerle frente a una realidad oscura y programada, a esa que ya no es posible maquillar por más que la casta política quiera desviar su responsabilidad a ese otro agente amorfo al que llaman “crisis”.

    Nos asfixiamos transigiendo día tras día con nuestra infame casta política. Habiendo cometido la imprudencia o el abuso de habernos dejado gobernar demasiado tiempo por este hatajo de inútiles, ahora tenemos que sufrir las nefastas consecuencias y, lo que es peor, no sólo nosotros sino nuestros hijos. Ellos pagarán nuestra laxitud.

    Más que vernos vencidos, lo que nos jode realmente es constatar el habernos rebajado ante esta clase de hombrecillos sin escrúpulos. Quizás nos mantenga la esperanza de poder vengarnos algún día. Cualquier ilusión de zapa nos exalta y nos da energías a falta de algo mejor: es una forma de apagar nuestra indignación.

    ¿Por qué tengo yo que contribuir con mis impuestos a fomentar lo que odio?. Para echar abajo a estos profesionales del despilfarro tendríamos que emular el carácter y el temperamento de un Henry Thoreau y, al mismo tiempo, no estar demasiado apegados al bienestar ni a las campanillas de la ilusión. Pero estos eran hombres de otra época con los que no se jugaba. Al menos nos enseñaron que las soluciones hay que afrontarlas desde la fortaleza de la individualidad.

    El que sigamos dándole cuerda a los mal llamados “PRIVILEGIOS” de los controladores es sintomático de histeria colectiva, de hueso que se le arroja al perro para que no mire donde debería morder. Aún siendo necesaria la explicación de Oscar, creo que no hará mella alguna en aquellos que han decidido no ver, no entender. El fanatismo es más cómodo que el trabajo que impone el pensar por nosotros mismos.

    P.D.: Oscar, en algún sitio he leído uno de tus artículos llamado “vivís de mi pasta”. ¿Por qué no lo traes a tu blog?. Sería interesante volverlo a leer de nuevo. ¡Sigue escribiendo!; es bueno y conveniente que existan sitios como el tuyo.
    ¡Saludos!.

    ResponderEliminar
  7. Ni el Estado ni ninguna de sus empresas públicas debe pagar a ningún personal contratado más de lo que cobra un funcionario de categoría similar.

    Todos los convenios que violasen esta norma deberían ser declarados ilegales.

    ResponderEliminar
  8. Mientras los pilotos ,controladores,etc ,pidan unas condiciones de trabajo y descanso acorde con lo que establece la legislación internacional.
    Mientras pidan subidas razonables acordes con IPC.
    Mientras hagan todo lo posible para que cualquier persona con la preparación exigida pueda ejercer la profesión .
    Mientras ese colectivo de personas respeten mis condiciones laborales y comprendan que tengo el mismo derecho que ellos a pedir lo que me otorga la ley.
    Tienen todo el derecho a protestar y a ejercer los derechos que contenpla el estatuto de los trabajadores ,al igual que lo hago yo trabajador no piloto ,ni controlador aéreo .
    RESUMIENDO : El estatuto de los trabajadores es aplicable a todas las profesiones no hace distinciones.

    ResponderEliminar
  9. Muy buena entrada.
    Entró en mi blog, http://www.desalmado.blogspot.com, y me sugirió que leyera esta entrada y creo que la sintonía entre ambos, y con mucha más gente, es total. Parece que somos muchos los que pensamos "distinto" y que Internet es una buena herramienta para intercambiar opiniones y, tal vez lo más importante, para entender que somos muchos los que no aceptamos las estupideces oficiales.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  10. Disculpas. He dado por hecho que la visita a mi blog, dejando esta dirección, la ha realizado el autor de esta bitácora y es muy posible que no sea así. De todas formas lo que he leído en él me gusta y le he añadido a mi listado de blogs.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  11. Hace ya tiempo que leí esta entrada, pero hoy he vuelto a buscarla, los maestros también somos "privilegiados" aunque nuestro sueldo ronda los 1500e y cualquier niñato ha ganado en la construcción 3500e. Aunque he gastado varios años de mi juventud opositando y estudiando para llegar a donde estoy (que tampoco es para tanto). Pero ahora estamos de puente y toca hablar de que hay que ver las vacaciones que tenemos "los privilegiados".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, controladores, bomberos, policias, profesores y ahora pilotos, la mismas MENTIRAS ,la misma técnica para desperestigiarlos fomentando lo peor: la envidia. Y el pueblo que va tragando una a una con todo lo que les cuentan. "cómo me ves te verás" el refranero es muy sabio

      Eliminar
  12. Sensacional tu artículo, Oscar.Como controlador aéreo, cercano a la jubilación, te entiendo perfectamente.Estoy hasta la coronilla de escuchar a tertulianos ignorantes hablando, opinando sobre nosotros, sobre vosotros, sobre otros colectivos, sin saber lo que dicen, demostrando una falta de conocimiento que me sonroja. ¿cómo se puede tener tanta cara dura?, opinar abiertamente, en un medio de comunicación, radio, tv, delante de millones de personas, sobre algo que no tenemos ni idea de lo que és.Todos esos "figuras" que nos critican tan abiertamente deberían tener un hijo que les dijera: papa / mama quiero ser piloto.Seguramente cuando papa/mama empezase a ver qué hay que hacer para serlo, cuánto dinero hay que gastarse para, con suerte, sacarse un título y luego ver cuánto dinero más hay que volver a gastarse para entrar en una compañía aérea comercial, para aceptar que tu sueldo va a ser menor que el de un conductor de autobuses, conductor que se merece, por supuesto, ganar un buen sueldo, pero cuya preparación y grado de exigencia para acceder a dicha profesión no es comparable a la de un piloto, entonces seguramente cambiarían de opinión. Pero lo más probable que sus hijos quieran ser chupatintas ignorantes como sus papas/mamas, y dedicarse a criticar a los demás. Este país no tiene solución. Cuando empezó nuestra crucificación y la mayoría de españoles aplaudía a rabiar no se estaban dando cuenta que detrás de nosotros iban a ir ellos.Creo que ya son muchos los colectivos que han empezado a comprenderlo.El nuestro fue el primer real decreto, ahora aparecen como churros. Los grandes sindicatos aplaudieron con el nuestro, cuando les ha tocado a ellos hacen huelga general.En fin Oscar, mucho ánimo, somos muchos los que os apoyamos porque teneis toda la razón.

    ResponderEliminar