Cada vez que se produce un auténtico acontecimiento planetario, de los de verdad no los de Leire Pajín, queda para el recuerdo un álbum en el que cada cual retrata su importancia y relevancia. La colección de instantáneas europeas pertenecientes al último siglo recoge un buen puñado de fotos vergonzosas y otro mayor en el que nada, absolutamente nada, aparece en las imágenes.
Europa hoy no es más que una arrogante anciana que aburre proclamando la pretérita hermosura que hemos de suponerla y que ya no alcanza a remendar maquillaje alguno. Una procesión a un muro de lamentaciones en cuyo camino se abandonan principios, se pisotean valores y se escuchan continuas letanías de contrición por aún no se sabe qué.
Hace ya más de cien años que Europa renunció a su papel en el Mundo. Desde que abandonó de manera vergonzosa a sus colonias (con excepciones honrosas que están en la mente de todos), el devenir europeo ha sido, a partes iguales, una historia de sangre y el desvarío de un barco dejado a su propio pairo, que reniega de su pasado, pide perdón por él, y está tripulado por un rebaño de desorientados que escupen sin disimulo sobre todo lo que han construido. Como si de repente se hubiese cansado de ser fundador de una civilización exitosamente exportada, el hecho europeo ha dejado paso a otros que sí quieren ocupar un sitio.
La letra gorda de la Historia reciente de Europa la han tenido que escribir otros. En las trincheras de la primera Gran Guerra, en las playas de Omaha, en Caen, en Bastogne, en Anzio…fueron otros quienes con la sangre de sus hijos evitaron, por primera vez, que Europa dejase de existir como reducto del Mundo libre. En los años siguientes fueron también otros, los mismos, los que ejercieron la disuasión para que ningún T72 asomara a los Campos Elíseos. Todo ello, y curiosamente, bajo proclamas vulgares y estridentes gritos pacifistas por parte de los rescatados, que en el fondo estaban encantados con el despliegue de los “Pershing”,que permitían que pudiesen mantener la libertad que les facultaba a vociferar, pero tenían que dejar clara su autoconcedida superioridad moral.
Y así…Kosovo, Srebrenica o Bosnia traen sabor de problemas eludidos que no supimos enfrentar y acabaron resolviendo los mismos. El multiculturalismo, la renuncia al propio ser, la ética variable, el relativismo o el buenismo claudicante…apestan a futuro complicado al que, una vez más, seremos incapaces de enfrentarnos.
Nos queda, eso sí, la arrogancia de quien fuimos. La capacidad de echar en cara sus acciones a quien tiene bastante claro, gobierne quien gobierne, el sitio que le pertenece. De eso andamos sobrados, y sólo hace falta un terremoto en el culo del Mundo para que vuelvan a escenificarse la determinación de unos y las palabras de reproche de quienes no somos capaces de mover un dedo, y estamos especializados en discursos vacíos, grandes frases sin aplicación posible y gestos sin ningún efecto.
Volverá a pasar algo, siempre vuelve a pasar algo. Pero no te preocupes, ya verás como aparece otra vez al galope y corneta en mano el General Custer para arreglarlo todo.
¡El muy hortera!
¡El muy hortera!
buen articulo. Me recuerda ligeramente al discurso de Orrtega y Gasset en "la rebelion de las masas".El europeo, por desgracia, tiende cada vez mas al perfil del "hombre-masa".Que piensa que la civilizacion y sus bondades nacieron de un arbol, y seguira haciendolo indefinidamente, con lo que solo nos queda disfrutarlo...ERROR!!. La civilizacion, como la teconologia, necesita gente que las entienda para poder continuar.
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