jueves, 9 de junio de 2011

LA HORA DE LOS VALIENTES

Si el Partido Popular acaba ganando las elecciones generales de 2012 no habrá sonado la hora de la victoria, habrá sonado la hora de los valientes. La Política no es fútbol, y en ella ganar no es ni un fin ni la conclusión de ningún camino; en Política ganar es un medio, y el principio de una nueva andadura. 

El Partido Popular ha adoptado de manera decidida la postura de presentarse ante la sociedad como un buen gestor, un equipo de chicos eficientes que nos van a llevar las cuentas con diligencia. Eso está muy bien, pero echo de menos saber si el Partido Popular tiene un proyecto integral para España; porque más allá de lo indudablemente positivo que resulta sanear la Economía, necesitamos una regeneración que ponga freno a los muchos desaguisados que nos han traído los últimos siete años, y personalmente ando algo corto de fe en que Rajoy y compañía vayan a emprenderla.

Quiero saber si desde el PP se va a acabar de una vez por todas con un sistema electoral que permite que alguien con 300.000 votos pueda tener más diputados en el congreso que otro con 600.000, condicionando de manera decisiva las decisiones de interés general. De la misma forma quiero saber si Rajoy va a seguir permitiendo que todos los organismos públicos se conformen por un sistema de cuotas que no hace sino alargar la mano de la Política a lugares donde no debe estar. Necesito saber si cogerá el toro del absurdo despilfarro autonómico por los cuernos que nos sangran, exponiéndose a ser colgado en la plaza pública de la corrección nacionalista.

Necesitamos cambiar, modernizarnos, y eso pasa por dejar de mirar al pasado para resolver cuitas de hace 70 años cuyo único interés es alimento de quien pretende sacar tajada de una sangre tan triste y lamentable como ya seca. No sé si el Partido Popular podrá sobreponerse a algunos complejos sobradamente demostrados para dejar de lado un agua que ya sólo mueve un molino que ni es suyo ni aprovecha a los españoles.

No sé si el nuevo gobierno será valiente para afrontar una reforma que ponga en su sitio a quienes han obtenido el monopolio legal de la representación de los trabajadores sin afiliar ni a la cuarta parte de ellos. Sé que no es fácil, pero mientras sigamos tolerando que siga vigente una legitimidad que la realidad desmiente, los sindicatos de clase continuarán siendo un freno tanto para el desarrollo de nuestro país como para los intereses de los trabajadores. Estamos demasiado necesitados de mérito como para seguir subvencionando a quienes lo fusilan cada amanecer. España no puede seguir siendo un aljibe en el que la máxima aspiración de mucha gente es poner un título a su barreño para hacerse con toda el agua que pueda; esos títulos deben de dejar de ser sinónimo de legitimación, ya digan “derechos históricos”, “defensa de los trabajadores” o “mundo de la cultura”. 

De la misma manera no sé si el Partido Popular se apoyará  en los profesionales para articular un cuerpo de expertos que vacíen su saber en beneficio de la sociedad española. No sé si tanto mando intermedio nombrado a dedo tendrá que hacer las maletas y dejar paso a otros, mejor preparados pero no afiliados; desconozco si volverá a situarse a los facultativos como faro o se seguirá apartándolos para no parecer elitista. 

Ni sé si tanta excelencia dilapidada en España será a partir de ahora fomentada desde la base, mediante una educación que abandone los dogmas y se centre en sacar lo mejor de cada cual, sin adoctrinamientos, sin énfasis en absurdos hechos diferenciales, sin pretender suplantar a la familia. No sé si quien parece que va a ganar para cuatro años será capaz de legislar para cuarenta, pero lo necesitamos. Estamos sobrealimentados de ideología, y ayunos de principios.

Me gustaría que el día que se produzca en el gobierno de España un cambio, lo fuera en el amplio sentido de la palabra; que quien venga trate de buscar el consenso con los españoles para implicarlos en un proyecto que deje de lado el diseño social, la ingeniería de masas, la educación por el Estado, la nomenclatura de laboratorio y la presentación como derechos de las cosas que nos hacen menos libres. 

 El Partido Popular debería saber que quienes le van a votar no quieren Educación para la Ciudadanía, ni que les cuenten que el aborto es un derecho, ni que les señalen cuál es la forma digna de morir. Gente que no cree que la Libertad nos hace verdaderos, sino que es la Verdad lo que nos hace libres. Gente que no ve a la Patria como un concepto discutido ni discutible, ni necesita de políticas de igualdad entre sexos para alcanzar metas en la vida.

Gente que quiere un cambio, que desea algo más que unas cuentas en negro, porque cree en la solidaridad entre los pueblos de España con el agua, en una política energética definitiva que no ande pendiente de devaneos oportunistas y que considera que el prestigio exterior de España es posible por su sola valía, sin necesidad de recurrir a afirmaciones ostentosas que muy pronto se acaba llevando el viento que contienen, ni a extrañas alianzas de las que lo único destacable es su originalidad.

Porque es verdad,  la gente quiere poder pagar su hipoteca, encontrar un trabajo y llegar a final de mes, pero también lo es que la gente necesita mucho más, España necesita mucho más: un proyecto de futuro perdurable, fabricado sin complejos y al que muchos puedan unirse con entusiasmo.

Si el Partido Popular se conforma con ser un buen contable, y lo consigue,  puede que su paso por el Gobierno sea provechoso para una generación, pero esa cortedad de miras no hará sino allanar el camino para que quienes lo han torcido con la vista puesta en el infinito empiecen su obra exactamente en el mismo sitio que la dejaron.

Parece que la hora sonará, falta saber si aparecerán los valientes.

4 comentarios:

  1. Se está demostrando que la política necesita, más que líderes valientes, gente que practique la honestidad, la coherencia, la lealtad. Tanto a sus principios como a la confianza de sus votantes. Esa es una de las razones por la que el movimiento de la indignación fraguó, y salió a manifestarse. El sacrificio y esfuerzo que han realizado muchos ciudadanos en su país, por fin dará algún que otro fruto; como que el cheque en blanco cada vez tendrá menos valor, y será menos blanco.

    Por lo visto hasta ahora, el PP está recogiendo los frutos de la extraña ostión de los cabecillas socialistas. No hay que ser un espabilado reportero ni grabar toda intervención de Rajoy para darse cuenta de que una de las claves de su éxito es manejar el descontento popular sin tener que desvelar su alternativa ni mojar toda su ropa.

    ¿Qué pasa con los sindicatos? Que aún no se han recuperado de la campaña de desprestigio sufrido a las puertas de la pasada huelga general. Se cumplió mucho de lo que se describe en el libro “Propaganda” –E. Bernays-. Ciertos poderes empresariales consiguieron su objetivo; supieron sacar el nervio de empresario –que todos llevamos dentro- para hacer que cargáramos contra ellos. Sinceramente, ¿quién desea un mundo laboral sin sindicatos nacionales que luchen contra los abusos? ¿Acaso algún iluso cree que el futuro sería mejor?

    Tenemos una policía, unos bomberos, una sanidad, una educación pública. Mañana mismo, hagamos la siguiente prueba de ahorro de costes: Descontemos de la declaración de la renta de cada ciudadano todos esos gastos nacionales. A continuación, pidamos voluntarios para financiar esos mismos servicios, y advirtamos a cada uno de ellos que, de no conseguirse el dinero suficiente, se quedarían sin esos servicios en sus barrios. Muchos dirían que prefieren el ahorro, confiando que su vecino –el pringao- lo pagará. Estaríamos abocados a una sociedad en que reinaría la insolidaridad y algo de caos.

    Yo también pensaba que los sindicatos eran unos mafiosos, inútiles y tripas llenas. Ahora no descarto que una parte lo sea. Pero como me cuesta comprender que tantos afiliados estén engañados al mismo tiempo y su función social sea tan intrascendente, dudo mucho que haya una farsa tan perjudicial para la clase trabajadora y que sea tan evidente durante tanto tiempo. Señalemos a los cara duras. Destapemos a los vividores. Como en cualquier colectivo habrá un porcentaje de honrados y ejemplares. Habrá cientos o miles de casos de injusticias paradas a tiempo por dichos sindicatos. Eso, nunca saldrá a la opinión pública con el mismo espacio y trato mediático. No interesa.

    En definitiva, estoy de acuerdo en proponer unos sindicatos voluntarios y autofinanciados. Pero siempre que en ese referéndum se incluya la opción de bomberos, sanidad, educación, policía. Quien afirme que no es lo mismo, que se pase por la barra de un bar junto a una gran empresa a cualquier hora del día.

    Tras muchos años dedicado a destruir, a separar, prometo dedicar los que me queda de vida a unir esfuerzos, a construir una verdadera oposición al engaño de masas que busca el enriquecimiento de unos pocos a costa del esfuerzo de gente honrada.

    Súmense al movimiento que busca la evolución. Ojo que la cinética se puede confundir con un simple giro de 360 grados. Atentos, pues.

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  2. Querido Oscar, si hasta un fiel pepero como tu dudas de sus intenciones, la cosa debe estar muy mal, pero que muy mal.
    Me gusta seguirte, y también sigo últimamente la web de ATTAC http://es.wikipedia.org/wiki/Attac
    http://www.attac.es/
    Ideas frescas. Nuevos enfoques sociales son posibles si nos deshacemos del yugo de los mercados. ¿pero como?

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  3. Querida Teresa, muchas gracias por su comentario.

    Por otro lado me gustaría señalarle que yo a lo único que guardo fidelidad es a mis principios. No tengo relación afectiva o de apego a ningún partido político.

    Un saludo, buen verano y gracias otra vez.

    Oscar Molina.

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