Vaya por delante que todo atisbo de rebeldía cuenta, al menos, con mi curiosidad complaciente. Vaya como previo también, que considero que algunas propuestas del famoso movimiento pudieran ser plausibles y hasta necesarias. Y quede claro que soy perfectamente capaz de distinguir entre la manada de okupas que tratan de capitalizar el asunto y mucha otra gente que tiene una sana intención de cambiar lo que no funciona. Los primeros siempre han estado ahí, para escupir en la comida a diario; los segundos llegan tarde … y mal.
Los motivos para indignarse conviven con nosotros desde hace tiempo, pero la anestesia generalizada los ha venido nublando, y la aceptación acomodaticia de tantas cosas los han convertido en un montón de inmundicia tan grande, que andar ahora a ver si limpiamos la cagada de la mosca resulta patético.
Porque sí, es cierto que hace mucho tiempo que apesta el ventajismo de unos cuantos para hacernos pagar facturas que llevan un porcentaje en sus primas; ya huele desde hace largo que se premien con “bonus” gestiones mediocres que sólo recortan costes, ofrecen lo cutre como producto y talan condiciones laborales. Pero es que hace el mismo tiempo, o más, que sólo unos pocos se han venido atreviendo a plantar cara a los listos de la retribución variable. Y les hemos señalado con el dedo, les hemos llamado despectivamente “privilegiados”, y sólo hemos sido capaces de tragarnos las acusaciones de “elitismo”, formuladas por quienes saben perfectamente que cortando cabezas los pies ya sólo son aperitivo.
Cortedad de miras, enanismo culpable y hasta doloso, el de quienes no se escandalizaron ni un poquito por el hecho de que se pudiesen endosar condiciones laborales por decreto, se menoscabaran derechos de huelga con amenazas mafiosas o se pusiera a caer de un burro a los únicos indignados ejercientes. Total, a nosotros no nos tocaba ¿verdad? No somos malos, somos sumisos. No somos una casta favorecida, somos humildes, a nosotros no nos pasará…hay que joderse, y sobre todo, estar ciego.
A los ciegos hablo, en la esperanza de que no estén también sordos. Y lo hago con la expectativa de que escuchen cómo aún les venden la burra todos los días. La penca coja que pisotea a los últimos rebeldes que aún se juegan su hijuela llevando en el lomo a un tropel de farsantes, supuestos garantes de la esperanza de otra nueva existencia a crédito. Ahora están indignados, manda huevos, pero antes se indignaron con quienes todavía podían derrotar a los que ahora, de repente, tienen títulos de multipropiedad en nuestro Infierno.
¿Es que a nadie le ha venido indignando que le traten como ganado cada vez que se sube en avión? ¿No viene siendo indignante desde hace mucho que los señores del “scanner” nos hablen como a vacas “por nuestra seguridad”? ¿Es que nadie ha visto antes la necesidad de rebelarse contra los administradores de nuestro miedo en forma de bombas, pandemias inexistentes y demás debacles? ¿Nadie ha caído hasta ahora en que la mejor forma de controlarnos es que estemos cagados? Cagados por enfermar, por morir… pero sobre todo por poder perder nuestro modo de vida regalada. Regalado porque creímos que se nos concedió, aún pensamos que se nos toleró vivir a cambio de no hacer mucho ruido y de acojonarnos a demanda. Indignados…ahora…cuánto tiempo perdido.
¿Y a nadie le había indignado aún ese creciente control del Estado sobre nuestra forma de pensar, de vivir, de educarnos y hasta de creer? ¿Es que es poco indignante que nos vengan diciendo desde hace tanto qué nos conviene, qué no, y cuáles son nuestros principios…? ¿Es que a nadie le ha sublevado hasta ahora que nos retuerzan los conceptos, nos los amolden y nos los entreguen en un plato a la voz de “son lentejas”? ¿Es que a quienes vienen pilotando nuestra vida con nuestro consentimiento no se les veía venir la querencia de que además pagásemos su billete en Primera Clase? Ahora estamos indignados. Qué bien, vaya tela.
Aquí lo único que pasa es que España ya no es de colores. Ni más ni menos. El paraíso de lo fácil que nos prometieron se ha caído sobre nuestras cabezas, nuestro bolsillo y, sobre todo, sobre nuestro futuro; y eso, eso sí, nos indigna. Porque habíamos creído en la imposible eternidad de un aberrante pacto según el cual íbamos a vivir en un parque temático a cambio de entregar nuestras vidas, y resulta que al dueño de la barraca le han cortado la electricidad que pagaba con nuestro dinero, nuestra desidia y el espejismo de lo irrompible.
Indignados, sí, pero apuesto lo que haga falta a que a poquito que nos caigan migajas volveremos a comprar la mercancía averiada. Unos se retratarán pasando la tarjeta en pos de la que venden las franquicias populares, otros adquirirán a golpe de cacerola la que se entrega con una rosa empuñada, pero volveremos a caer. Volveremos a llamar apestados a quienes se atrevan a sublevarse de verdad, y volveremos a dejar que nos mande, nos castigue y nos instruya quien nunca fue nuestro padre ni nos quiere como tal.
¿Indignados, ahora? ¡¿No te jjjjode!?
Buenas tardes Oscar,
ResponderEliminarAcertados comentarios que parecen haber dejado sin palabras a tantos indignados.
Saludos y buen tino.
Pepón.
Aaamen...
ResponderEliminarMenos mal que usted es un curioso complaciente que si no...
"Ahora están indignados, manda huevos, pero antes se indignaron con quienes todavía podían derrotar a los que ahora, de repente, tienen títulos de multipropiedad en nuestro Infierno."
Mire la diferencia entre unos y otros es meridiana. Mientras unos defendían "sus" privilegios los otros reclaman justicia para todos, pero sobretodo no quieren derrotar a nadie sino que ganemos todos
¿Usted definiría a Suiza como un país de indignados? Seguro que no, un país con una de las rentas per cápita más altas, ciudadanos cultos, bien formados, en el que la riqueza está razonablemente repartida... Yo creo que su éxito como país se debe en gran parte a la democracia directa que les rige; los indignados no llegan a pedir tanto pero por ahí van los tiros. Pues bien, este país es capaz de plantease, sin necesidad de acampar y por ello sin que nadie les tilde de okupas, que escupen en la comida a diario, o montón de inmundicia, un referéndum de este tipo:
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/21/internacional/1300723027.html
A mi me gustaría que un día eso fuera posible en nuestro país, lo de menos es lo que usted o yo opinemos sobre esa cuestión en concreto,el caso es que sería mejor que lo que tenemos. Dice que seguramente cuando caiga un poco de maná las cosas volverán a su cauce, yo creo que no, que de esta experiencia aprenderemos todos y que hasta ahora excepto minoritarios los partidos no hablaban de reforma electoral, ni dación en pago. Son pequeños signos de que algo está cambiando.
Estimado Sr. Anónimo:
ResponderEliminarNo comparto su optimismo, sigo pensando que el día en que se arregle lo del bolsillo, desaparecerá la indignación.
He vuelto a releer mi artículo (lo hago cada vez que a alguien no le gusta lo que escribo o está en desacuerdo) y la verdad, me reafirmo en todo lo escrito. Supongo que de la diversidad de pareceres también nace la riqueza.
Un saludo y que tenga Vd. un buen verano (lo que queda de él)
No soy tan anónima en este blog aunque no sea muy pródiga en los comentarios.
ResponderEliminarSi usted lo dice debemos tener diferencia de pareceres. De mi comentario la única diferencia apreciable entre usted y yo es la consideración sobre unos y otros indignados, y mi crítica a su adjetivación vejatoria, pero esa diferencia no creo que sea tan fundamental como lo es que en ninguna de las dos cuestiones, bastante generales, que he planteado: justicia social y democracia participativa, no encuentre ninguna posibilidad de coincidencia y se limite a comentar mi optimismo. Me equivoqué en pensar que esas propuestas plausibles a las que usted se refiere pudieran ser un puente por el que ambos podíamos transitar juntos en vez de cada uno por su acera.
La verdad es que este blog le da muy poco trabajo, la mayoría le aplauden el estilo o los comentarios se limitan a corroborar lo que usted ya expone, por lo que poco tiene que responder ¿No le extraña un poco que la inmensa mayoría esté siempre de acuerdo? ¿No le hace sentír a usted más que sobre un extradós sobre un estrado?
Le deseo lo mejor para lo que queda de verano también. Un verano fresquito cuando no se pueden tener vacaciones en periodo estival es lo mejor que me puede pasar. Ya ve, siempre intento sacar el lado positivo de las cosas.
María
Pues que la gente este de acuerdo es muy bonito,No! Se me escapa el comentario de que al no haber criticas lo dicho sea peor dicho. A mi el otro día me intentaron tumbar a base de insultos del enlace "Con nuestro dinero no a la visita del Papa·" porque me puse critico con la sarta de sandeces del personal, así que debe de ser costumbre por aquí no acercarse a donde a uno no le llaman. CARAVAGIO48
ResponderEliminarQue la gente esté de acuerdo en lo fundamental es conveniente, bueno, malo, difícil, común, pero... ¿Bonito? A ver si va a resultar que usted fue a la misma escuela que el Sr. Molina.
ResponderEliminarPor cierto, he repasado lo escrito y no sé como puede sostener que digo que la ausencia de críticas se debe al mal estilo del autor. Lo que intentaba decir es que lo aplauden porque estando de acuerdo en el fondo la forma les parece maravillosa.
La estupidez humana es infinita, ya sabe, y no es patrimonio de ninguna ideología, siento que le insultaran, de veras. Yo, lo siento si le molesta, pero seguiré escribiendo en este blog público siempre que tenga algo que rebatir o añadir a lo publicado. Ya se me hizo una sutil invitación a disfrutar del verano pero como no tengo vacaciones...