lunes, 26 de abril de 2010

GARZÓN NO HA ESTADO EN ARLINGTON

RESULTA sobrecogedor. Un inmenso tapiz verde flanqueado por enormes árboles y erizado de infinidad de tumbas blancas se presenta de sopetón ante los ojos del visitante, apretándole el alma y haciendo que sus pelos apunten al cielo mientras contempla el magnífico santuario que los Estados Unidos han elegido para que descansen en paz sus héroes. El lugar en el que una nación se postra de hinojos sin complejo alguno ante una multitud de caídos por ella y, en muchas ocasiones, por las naciones de otros.

Para todo aquél que crea en la frase “La Libertad nunca es gratis” (Freedom is not free) Arlington es un lugar de culto. Un colosal y grandioso santuario en el que cientos de miles de agujeros albergan a quienes un día pensaron que entregar su vida no iba a ser en vano. 200 acres de altar, de ara en la que esos cientos de miles dan forma a un testimonio silencioso y auténtico del sacrificio que puede hacer necesario caer en una playa de Normandía para derrotar a un genocida, morir en Verdún por no aceptar las imposiciones de visionarios nacionalistas o hacer un corte de mangas a la muerte y a Pol Pot en la Colina 881 de Vietnam. Siempre lejos de casa…para ser depositados en Arlington, al lado de otros más antiguos, que homenajearon, muerte mediante, a sus convicciones durante la terrible Guerra de Secesión de su país.




El cementerio de Arlington se sitúa en los terrenos que fueron propiedad de la familia del General Lee, perdedor de la Guerra Civil Norteamericana, quien los donó con la generosa intención de enterrar juntos a los muertos de una nación unida para favorecer la reconciliación nacional después de aquel terrible, sangriento y descarnado conflicto. Robert E. Lee perdió la guerra, pero en su ánimo jamás estuvo destripar el campo de Gettysburg, ni las cunetas de Georgia, ni las fosas comunes de Virginia para buscar muertos. Para Lee y los que le habían seguido en la ambición secesionista el final de la guerra fue el momento de honrar a todos, los de un lado y los de otro, en pos de una gran nación.

A menos de una milla de distancia, cruzando el Arlington Memorial Bridge, se encuentra el monumento que homenajea al presidente que heredó la Paz tras hacer la guerra, Abraham Lincoln. La conocida costumbre de los norteamericanos por la elocuencia en el tamaño de las formas desemboca en el lugar que alberga su estatua, de proporciones inmensas, casi tan grandes como lo fue él. A los lados, piezas escogidas de sus discursos, de las que yo me quedo con ésta, pronunciada en plena guerra:

“Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han consagrado, muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restar algo… Somos más bien nosotros los que debemos empeñarnos aquí en la gran tarea que aún resta ante nosotros: que de estos muertos a los que honramos tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida…que esta nación tenga un nuevo nacimiento…”

Lincoln no se refería a los soldados de su bando, hablaba de todos, y tanto en sus palabras como en su proceder posterior pudo verse que su mayor anhelo era lograr la reconciliación nacional y el entierro de los odios y desencuentros que habían llevado al enfrentamiento fratricida, con el bien de su país como mira irrenunciable.

Baltasar Garzón anduvo de larga excedencia por los Estados Unidos, pero creo que no debió visitar Arlington. O bien puede que lo visitara, pero nunca se enteró de que aquello existe gracias a la voluntad de concordia de un perdedor de la Guerra Civil. A lo mejor lo sabe, pero se la trae mucho al pairo. Garzón no recibe lecciones de nadie, la aceptación de ciertos ejemplos vitales le situaría en un segundo plano en el que no se encuentra cómodo.

A Garzón, como a todos los políticos a los que está haciendo el caldo gordo, todo esto de morir por un ideal se esté en el bando que se esté, la figura de Lincoln o la importancia de la reconciliación para la forja de una gran nación son cosas que no le ponen. Que exista un lugar en el Mundo que mide por el mismo rasero de héroes a los que murieron en Las Ardenas y a los que cayeron en cualquiera de los bandos de una Guerra Civil no le provoca. Del otro lado del charco sólo le emociona el poncho de Evo Morales.

Garzón no entierra muertos, los desentierra. Se presta un macabro juego del que sólo sacaremos en claro heridas reabiertas que con su flujo están llamadas a rellenar las morcillas electorales de unos pocos. Las de unos cuantos que se saben incapacitados para pasar a la Historia, como pasaron Lee o Lincoln, y juegan la baza de escupir en su propia posteridad a cambio de un presente floreciente regado por lamentos de ayer, resucitados en tétrica psicofonía vestida de Justicia postrera.

Zapatero no sabe inglés, pero presumo que Don Baltasar sí. Por eso quiero recomendarle un libro, en su versión original, acerca de Lincoln. Se titula “Abraham Lincoln: The Man and His Faith”. Se puede comprar por internet.

Hay que leer más Señoría.

5 comentarios:

  1. Estimado Oscar, simplemente quiero hacer notar un pequeño detalle, que no se si has pasado por alto, los cuerpos que Garzón o los familiares quieren desenterrar no se encuentran precisamente en camposantos tan bonitos como Arlington, sino en cunetas, tapias traseras,o debajo un puente.Además para mi gusto tan asesinos eran unos como los otros, no creo que exista ni ideal ni leches que justifique la muerte de nadie, ya seas Vietnamita o concejal de Navalcarnero. Vicente de Málaga

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  2. Hola Vicente,muchas gracias por su comentario.

    Como Vd. comprenderá, en Arlington no están todos los muertos de la Guerra Civil Norteamericana, sólo algunos. La inmensa mayoría, como ocurre en toda guerra, no se sabe dónde están. No he pasado por alto el detalle, no. Quizá más bien Vd. no se ha fijado lo suficiente, y por ello le vuelvo a copiar un párrafo:

    "Robert E. Lee perdió la guerra, pero en su ánimo jamás estuvo destripar el campo de Gettysburg, ni las cunetas de Georgia, ni las fosas comunes de Virginia para buscar muertos."

    Respecto a lo de asesinos, me cuesta usar ese calificativo "a priori" a los soldados que participan en una guerra, la que sea. Aunque es muy posible que el que no haya entendido bien esta vez sea yo.

    Lo que trato de decir con mi artículo, es que es posible una reconciliación (aquí ya la hubo, aunque a alguno le interese hacerla saltar por los aires por conveniencias políticas) y que esa reconciliación es un buen fundamento (uno de tantos, uno más) que allana el camino para conseguir que una nación sea una gran nación. Sacar demonios familiares de un armario que ya ni siquiera formaba parte del mobiliario, no trae nada bueno. Al tiempo.

    Un saludo muy cordial y gracias otra vez.

    Oscar Molina.

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  3. Pues sí, tiene usted toda la razón, pasé por alto el detalle de la cita,pero no conscientemente,, pero estará ud. de acuerdo conmigo en que no es el tema del desenterramiento el que enturbia el ambiente, sino juzgar algo que ya la historia dió por juzgado y donde la sentencia era lo de menos. Ojalá la sociedad actual demostrara la misma sensatez que demostró la España de la transición.
    Igualmente le doy la razón en cuanto a lo de los asesinos, no creo que haya sido acertado el comentario, más bien se debe entender como que por ambas partes se hicieron todo tipo de barbaridades en nombre de lo que fuese y que no creo que exista justificación alguna para matar a nadie, aunque peque de iluso.
    De lo que si estoy seguro es de que nos merecemos una clase política y judicial que realmente crea en una sociedad mejor y no en mantenerse en su sillón a toda costa,aunque para ello tengan que recurrir a viejos fantasmas que se suponían exorcisados.
    Gracias a ti.
    Vicente Mena.

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  4. Así es Vicente, así es.De acuerdo en todo 100%, y ya le digo que parte de mi próximo artículo tendrá que ver con lo que me cuentas, si sé reflejarlo adecuadamente.

    Un saludo y gracias otra vez.

    Oscar Molina.

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  5. Muy bueno Oscar, de lo mejor que he leido en mucho rato. Los grabdes hombres como Lincoln y Lee y demás AMABAN A SU PATRIA. Estos aman a sus emolumentos, en A o B,

    Saludos dede Sevilla

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