martes, 16 de febrero de 2010

SUSTO O MUERTE

Decía Ben Franklin que quien está dispuesto a entregar su libertad a cambio de seguridad no merece tener ni la una ni la otra.

Andamos en la desaforada compra a plazos de un producto, la seguridad total, que no existe en el mercado, y las letras de semejante imposible se cargan en la cuenta corriente de nuestra libertad. Nadie parece darse cuenta de que los malos van constantemente por delante de nosotros, de que nuestras medidas sólo son reacciones a sus nuevos métodos, y sobre todo, de que sus mayores victorias son precisamente los recortes que menoscaban y limitan nuestra forma de vida.

Cada vez que aceptamos ser un poco menos libres a cambio de vivir más seguros, la barbarie se anota una muesca en su siniestra culata. Para el terror matarnos no es un fin, es un medio. Su auténtica meta está en la destrucción de nuestra sociedad, y lo que satisface sus objetivos es ver que seamos nosotros mismos los que aceptamos mansamente convertirnos en rebaño a cambio de que el lobo no traspase la verja. El regocijo del matón colectivo por hacer correr nuestra sangre es menor que el de vernos acceder a ser vigilados y convertidos en sospechosos por defecto.

Es una muerte completa; individual porque cedemos el núcleo central de lo que nos hace humanos: la libertad; y colectiva porque enterramos ese mismo valor sobre el que se han forjado nuestro progreso, nuestra civilización y nuestra convivencia. Pero preferimos muerte a susto.

Con nuestra rendición al miedo colmamos además los deseos de otros, que ven en esta ofrenda un cheque en blanco para controlarnos. La anhelada barra libre para entrometerse en haciendas y vidas, para hacernos pasar por una máquina nueva cada vez que montamos en avión, para colocar cámaras que nos vigilen en todas partes y para decidir lo que nos conviene y lo que no. Cualquier día nos harán pasar en ropa interior por los “escáneres” de los aeropuertos, y lo peor de todo no será que lo aceptaremos, sino que seremos nosotros quienes lo pidamos.

Por eso se toman la libertad de recortar la nuestra, porque tenemos miedo. Nuestros propios gobernantes, a los que elegimos, a los que pagamos, nuestros servidores públicos, se suben a la ola de los acontecimientos para ejercer su control, o magnifican otras mareas en forma de pandemias, enfisemas, colesteroles y velocímetros que nos atemoricen, y les permitan aparecer como única providencia que puede ofrecernos el espejismo de la seguridad total al precio más elevado que podemos pagar.

“No Tengáis Miedo”, decía Juan Pablo II, y debemos ser conscientes de que la recuperación y el mantenimiento de nuestra libertad pasa por aceptar la frase de manera militante. Proclamemos que no queremos desprendernos de ese tesoro incalculable a través del cual cada puede ejercer el derecho a buscar su propia felicidad a cambio de una quimérica seguridad absoluta, que no es más que mercancía averiada.

Asusta pensar que podemos perder la vida, pero es mucho peor morir. Es peor muerte que susto.

5 comentarios:

  1. Cuando el miedo es grabado a fuego en cada pliegue del alma, dejamos de ser espíritus inmortales para convertirnos en esclavos. Desde pequeñitos han sabido inocularnos un veneno que recoge demasiados tóxicos emocionales, hemos sido unas marionetas rotas en manos de gobernantes corruptos, de un sistema educativo castrante, de una democracia que nadie entiende, en resumidas cuentas, somos todo eso que tú, Oscar, tan bien sabes exponer en todas aquellas palabras que escribes.

    Un abrazo y felicidades por todo lo que nos aportas.

    Agustín de Barcelona (en cualquier momento espero la multa lingüistica por no expresarme en catalán ... ¡Pandilla de descerebrados nazionalistas¡)

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  2. Eterno debate del Liberalismo, sobre si el Estado debe ser paternalista, recortando el individualismo y la libertad personal.
    Enhorabuena por el blog.
    Sonia.

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  3. Dejemos de mirar a la gangrena, a la basura, a la muerte, y situemos el foco en la vida, en los niños, en las flores, en la alegría. A las dificultades debemos hacerles frente, pero no de la forma que espera el enemigo, y hay muchas formas. Mi abuelo nació e 1898. Yo siempre digo, y me río... que "vivió la pérdida de Las Filipinas"... y es verdad. Y vivió dos guerras, que se dice pronto. Si él o cualquiera de su quinta se cruzase con muchos de nosotros en nuestro coche y con un apple en la mano, aterrorizados por la crisis y por el desastre que se avecina, le miraría a los ojos y le fulminaría con la mirada. Mis padres empiezan a tener síntomas de parálisis también. El paso de los años mina fuerzas y ese arma letal llamada tele y que manda en tantos hogares tantas horas, campa a sus anchas, los inmoviliza y les hace temer lo peor en vez de vivir la recompensa de tantos años de duro trabajo. Incluso mi madre, la persona más vital que he conocido, parece tener dificultades para continuar en piel propia con su mejor lección: "Aprovecha, vive intensamente y disfruta ahora que todo va bien, que la vida ya se encargará de traerte tristezas".

    Así que ni susto ni muerte, vamos a vivir! de cada uno depende.

    Muchas gracias Oscar, eres un "crack"!

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  4. Gracias por tu reflexión Oscar,

    también creo que la seguridad total no existe, y además si existiera, creo que transoformaría a la vida en una experiencia muy aburrida... Me sorprende que haya personas que tienen miedo a todo, pues se supone que el mayor de los miedos debería ser el miedo a la muerte, sin embargo no reparan en que vivir con ese constante miedo ya es como estar muerto en vida ;-)


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